Es muy común que no sepamos darnos el valor que merecemos, nos ponemos en un segundo lugar y vamos socavando nuestra autoestima. Es entonces cuando los “soy incapaz” o “no puedo” se hacen eco en nuestra vida y se convierten en una realidad.
Descubriendo nuestra Esencia Divina es una herramienta valiosa que nos permite enfocar nuestro propósito en…
Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.
Es evidente que el poder de la palabra es enorme para hablar con otras personas de todo cuanto es bueno y bello en nuestra vida, este es probablemente uno de los mejores usos que tiene.
Por lo tanto, es esencial que nos sumerjamos en la palabra de Dios y la dejemos habitar en nosotros. El salmista nos enseña en el Salmo 119:a hundred and five: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino».
Esto nos muestra que nuestras palabras deben ser un medio de aliento y apoyo para los demás, y no una fuente de crítica o negatividad.
Como seguidores de Jesús, debemos reflejar un corazón transformado a través de nuestras palabras. Nuestras palabras deben ser un testimonio de nuestra fe y de la obra transformadora del Espíritu Santo en nuestras vidas.
La Biblia nos enseña que nuestras palabras tienen un poder significativo. Podemos edificar o destruir con lo que decimos, y por lo tanto, debemos ser conscientes de cómo nuestras palabras pueden afectar a los demás.
Las palabras de aliento pueden tener un impacto duradero en la vida de las personas. Pueden levantar el ánimo, inspirar confianza y motivar a otros a alcanzar su máximo potencial.
En la Biblia, encontramos numerosas referencias al poder de nuestras palabras. Uno de los aspectos más importantes es la capacidad de las palabras para expresar gratitud y aprecio hacia los demás.
Cuando estas personas ostentan un cargo de responsabilidad, en el ciudadano crean una mezcla de rabia y tristeza e impotencia. Rabia porque el representante público tiene el deber de darle sentido a la comunicación que hace de sus acciones y propuestas.
Esto significa que debemos filtrar nuestras palabras y asegurarnos de que sean edificantes, útiles y llenas de gracia. No debemos usar nuestras palabras para get more info herir o destruir, sino para construir y fortalecer a los demás.
“Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”
Como seguidores de Cristo, debemos ser conscientes del poder de nuestras palabras y usarlas sabiamente, para traer vida y bendición a los demás y para glorificar a Dios.